Historia de la noche

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Valen Via

 

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Transit

 

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Bajo el prisma de la lógica contemporánea capitalista del 24/7, tal y como lo argumenta Jonathan Crary (1) en su ensayo homónimo, filmar la noche no es una necesidad reciente y coetánea, sino que Chantal Akerman ya lo hizo en 1993 con D’Est. Rodada después de la caída del comunismo, la película de la cineasta belga captura instantes de suspensión, principalmente en Rusia y Polonia, en un viaje de Berlín hasta Moscú. La obra transcurre en distintos anclajes geográficos y temporalidades, pero destaca por una fuerte presencia de travellings laterales hacia la izquierda del cuadro que captan paisajes urbanos nocturnos. El dispositivo fílmico señala la necesidad de recordar un pasado político reciente como si quisiera retener una memoria, un recuerdo, que se desvanece. Akerman, según Crary, quería terminar el proyecto “antes de que fuera demasiado tarde” (2). Antes de que el capitalismo transformara un paisaje y, sobre todo, un tiempo: la noche. La cineasta belga captura esos últimos instantes previos a la transformación, filmando una espera sin un objetivo claro: como si fuera la crónica de una muerte anunciada antes de la absorción del comunismo por parte de las políticas neoliberales.

Story of night (Geschichte der Nacht, Clemens Klopfenstein, 1979), que se estrenó catorce años antes que la película de Akerman, es una radiografía documental de la nocturnidad europea a finales de los setenta. Filmada desde Basilea a Belfast entre las dos y las cinco de la madrugada, logra absorber la noche y sus fantasmas. Constantemente emergen un conjunto de «espectrografías» (3) ausentes, donde el todo es un decorado casi vacío. Algunos cuerpos deambulan, las secuelas de la actividad diurna están presentes y el tiempo del sueño se hace latente. Pero, ¿qué ha cambiado entre la visión de Klopfenstein y la de Akerman? La cineasta belga parece que recurra a los mismos espacios de lo urbano como lo hizo el director suizo para hacer visible algo: la ausencia de los cuerpos. Por mucho que la imagen esté repleta de seres humanos, los percibimos ausentes como fantasmas. Si un filme opta por la saturación, el otro se decanta por el vacío, por la ausencia de representación. En algunos puntos coinciden pero en otros se detecta un cambio, una extrañeza, tal y como constatamos al hacerlos dialogar en nuestro videoensayo.

Hay instantes en que las imágenes de Story of night son muy oscuras o con una luz tenue que baña aquellos lugares que pronto no podrían ser vistos nunca más de esta forma. La instalación de la “iluminación generalizada” (4), la periferia y su función como dormitorio o la supresión de la oscuridad en la noche panóptica son algunas de las nuevas características de la nocturnidad urbana en tiempos del 24/7. Ambas radiografías de un mismo continente consiguen capturar una noche que ya nunca volverá a ser así: vacía, fantasmagórica, oscura y deshabitada. Como si pudiesen predecir cuál sería el siguiente paso del capitalismo, Akerman y Klopfenstein consiguieron materializarlo en sus imágenes. La cineasta belga con cuerpos en suspensión y el director suizo con una ausencia crónica que se acerca a la ciencia ficción en su propuesta formal.

© Valen Via, mayo de 2020

(1) CRARY, Jonathan: 24/7. El capitalismo al asalto del sueño, Editorial Ariel, Barcelona (España), mayo 2015.
(2) Ibíd., págs. 126-127.
(3) DERRIDA, Jacques: Ecografías de la televisión, Editorial Universitaria de Buenos Aires, Buenos Aires (Argentina), marzo 1998.
(4) ARMENGAUD, Marc y Matthias; CIANCHETTA, Alessandra: Paisajes nocturnos, Editorial Gustavo Gili, Barcelona (España), 2009.